Mensaje radial del Diácono Jiordanis Ríos Pulido, Diócesis de Ciego de Ávila, el domingo de Ramos, 24 de abril de 2024

Hoy la iglesia celebra el domingo de Ramos: “La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén”. La Pasión ya tuvo su escenario natural, las calles de Jerusalén y sus espectadores, los amigos temerosos, con miedo, y los enemigos rabiosos de Jesús. Hoy nuestra Iglesia se convierte en escenario de esa realidad que se hace presente. Por tanto, no podemos ser simples espectadores. Vamos a extender la alfombra roja para aclamar a Jesús. Vamos a aclamarlo con nuestras ramas de palmeras, con nuestra sencillez, con nuestros miedos e incertidumbres, vamos a recibir a Jesús. El hombre más libre del mundo entra en Jerusalén.

El amor no es un sentimiento, es una decisión, una elección. Solemos quejarnos continuamente, por la falta de luz, por la falta de comida, por los altos precios, por la mala atención en los hospitales, por la falta de medicamentos, por la pésima educación de nuestros niños y jóvenes… todo esto es verdad, pero nos quedamos solo en eso: quejas estériles, ¿por qué?, porque no tomamos decisiones concretas que puedan cambiar estas realidades y terminamos en el silencio.

Todo esto no sucede porque sí, porque iba a pasar, son las consecuencias de las decisiones que tomamos, a corto o a largo plazo. Decimos que Jesús tenía que morir, que su muerte fue un acto del destino ¡No! Jesús decidió predicar y vivir de una manera peligrosa, eligió el amor a nosotros, decidió amarnos a todos y esta decisión le llevó a la muerte. Judas hizo una elección humana al traicionar a su Maestro. Pedro decidió negar tres veces al Señor, una decisión humana muy calculada y razonada. Poncio Pilato tuvo que tomar también su decisión. Y firmó la sentencia de muerte.

También nosotros tomamos decisiones, y nuestras elecciones tristemente pueden apagar el Espíritu y separarnos del amor de Jesús, puede destruir el vínculo de amor que nos une a él. Si queremos vivir de cerca esta semana de pasión tenemos que elegir el amor, aun sabiendo que corremos el riesgo del sufrimiento y de la muerte. Jesús hizo su sacrificio y murió en la cruz para liberar al mundo del pecado.

Él sintió miedo, soledad, al punto de sentirse abandonado por Dios. Recordemos sus palabras: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Pero era la decisión correcta, y la cumplió. Al igual, nosotros cuando tenemos que tomar una decisión concreta para el bien de nuestro futuro, como cristianos que somos y para la sociedad en que vivimos, sabiendo que es el camino correcto, sentimos miedo, y nos paralizamos, y más cuando percibimos que nuestra vida está en juego. Por eso en esta Semana Santa estamos invitados a tomar parte en el drama de Jesús, nuestro drama, nuestra realidad. Como dije al principio, no somos simples espectadores, somos los protagonistas de la historia de la salvación, de nuestra salvación porque celebramos nuestra vida, nuestra muerte y nuestra resurrección.

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