Mensaje radial del P. Peter Warui Gachoka, de la Diócesis de Ciego de Ávila, del IV domingo de Pascua, 21 de abril de 2024

Hoy celebramos el cuarto domingo de Pascua. La Iglesia Madre dedica este domingo como domingo del Buen Pastor, del cual oramos de manera especial para las vocaciones. Nuestro gozo pascual está, por tanto, saboreado por el hecho de que el Señor Resucitado nos cuida como un buen pastor cuida de sus ovejas.

La primera lectura de hoy del libro de los Hechos de los Apóstoles afirma una de las enseñanzas centrales de la fe cristiana, de que Jesús no es sólo el sanador sino también el salvador de la humanidad. San Pedro expresa bien que Jesucristo fue rechazado y crucificado y pocos supieron que Él era la piedra angular, el Salvador. Lo expresa también con estas palabras, la piedra que ustedes los constructores han desechado ahora es la piedra angular. Muchas veces nosotros también rechazamos por ignorancia y orgullo lo que es la fuente y sustento de nuestro bienestar y felicidad, Cristo Jesús, el único salvador y buen pastor. Estamos pues llamados a enterrar nuestro orgullo y ser humildes para poder recibir a Cristo, el único salvador, porque sobre Él debemos poner nuestra fe y confianza, ya que Él es la base de toda nuestra creencia, el pilar que nos mantiene en pie.

Queridos hermanos y hermanas, el evangelio de hoy que acabamos de escuchar, revela en términos simples la identidad de nuestro salvador Jesús. Es un líder especial que guía por el amor, el cuidado, la protección, la compasión, la responsabilidad y sacrificio. Somos ovejas y Él es el pastor. Por lo tanto, con todo lo que ha hecho por nosotros, sus ovejas, decimos que Él es un buen pastor. Volviendo a la Palabra de Dios en el Antiguo Testamento del libro del profeta Ezequiel, vemos la imagen del buen pastor. Este término se usa en aquellos tiempos para desafiar a los líderes de Israel durante la época del profeta Ezequiel. El profeta señaló una imagen negativa de los líderes de Israel, usando la analogía de los malos pastores. Esto lo leemos en el libro del profeta Ezequiel capítulo 34, versículo 2 a 4, donde Dios muestra y critica las obras malas de aquellos pastores, que no apacentaban a las ovejas, sino se apacentaban a sí mismos. Quiere decir que ellos no cuidaban a los pastores.

Cumplían sus responsabilidades de servir, cuidar, proteger, ser compasivos, misericordiosos, hasta anunciar el mensaje de salvación al pueblo bajo su cuidado. Por ejemplo, como dice el Señor, no curaba las ovejas enfermas, no vendaba las ovejas heridas, no recogía a las descarriadas ni buscaban a las que estaban perdidas. Por lo tanto, Dios anuncia que va a castigar a los malos pastores y eventualmente se haría cargo del rebaño. Yo mismo cuidaré y cuidaré de mis ovejas, como un pastor cuida su rebaño. Es por medio de Jesús es que Dios está cumpliendo esta promesa que hizo por medio del profeta Ezequiel. Jesús es el buen pastor por su amor sacrificial que se da a sí mismo. Él derramó su sangre para nosotros, las ovejas, para limpiarnos de nuestros pecados. Jesús ha dado su vida por nosotros.

Ha construido para nosotros un buen redil, la Iglesia Católica Universal, donde nos lleva a verdes pastos, por medio de los sacramentos, y nos sostiene y protege dentro de los mismos sacramentos. Por lo tanto, que nos esforcemos por vivir como hijos e hijas del buen pastor, entrando primero en su redil, por medio del sacramento del bautismo. Además, hoy estamos invitados, a imitar a Jesucristo el buen pastor, en nuestras diversas vocaciones y roles de liderazgo, y estemos preparados para dar nuestras vidas por la salvación de todo. Amén.

Que el Señor los bendiga, Padre, Hijo y el Espíritu Santo. Amén.

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