Mensaje radial de Monseñor Juan de Dios Hernández Ruiz, SJ, obispo de Pinar del Río, del 21 de abril de 2024, IV Domingo de Pascua, Domingo del Buen Pastor

Queridos hijos e hijas, les habla su obispo, Mons. Juan de Dios Hernández Ruiz, feliz de encontrarnos una vez más.

Hoy el Evangelio nos presenta una de las alegorías más familiares para los hombres de aquellos tiempos, pero que nos clarifican la idea de lo que en realidad está llamado a ser el seguidor de Cristo.

“Jesús es el Buen Pastor, las ovejas escuchan su voz y lo siguen. No era ni un fariseo casuístico moralista, ni un saduceo que hacia negocios políticos con los poderosos, ni un guerrillero que buscaba la liberación política de su pueblo, ni un contemplativo del monasterio. ¡Era un pastor! Un pastor que hablaba la lengua de su pueblo, se hacía entender, decía la verdad, las cosas de Dios: ¡no negociaba nunca las cosas de Dios! Pero las decía de tal forma que el pueblo amaba las cosas de Dios. Por esto lo seguían.  Debemos preguntarnos: ¿A mí a quién me gusta seguir?” (Papa Francisco)

Si los guías son ciegos, es fácil que muchos guiados caminen en las tinieblas y se extravíen por senderos desorientados. Jesús nos hace la exposición de la hermosísima caracterización del Buen Pastor. Israel es un pueblo nacido de pastores; esto fueron los patriarcas, y, tras la liberación de Egipto, fueron un pueblo pastoril seminómada. Al establecerse en la tierra prometida esta labor no cesa, y son numerosos los rebaños, especialmente de ovejas, en todos los lugares, alternando con el cultivo de la tierra. Por eso el recurso al buen y mal pastor es un recurso frecuente en los profetas y en los salmos. Dios enviará pastores, Él mismo es el Pastor de Israel. «El Señor es mi pastor nada me falta en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas».De ahí la fácil inteligencia con que Jesús se reconoce a sí mismo como el Buen Pastor y puerta del redil.

Jesús nos dice: “Esta es la misión que debo cumplir por encargo de mi Padre”.  Dar la vida por sus ovejas y atraer a todas las ovejas bajo su voz y su guía. ¡Qué misión más hermosa! Jesús es el modelo de pastor porque no busca sus propios intereses, sino que da su propia vida a todos los que aceptan su propuesta. Lo contrario a este buen pastor es el que busca su propio bienestar, y cuando la situación es amenazadora huye abandonando el rebaño.

El misterio de la vida de Jesús, de la encarnación hasta la resurrección, es un gran misterio de amor, que nos revela la identidad del propio Dios. Dios es amor, es quien primero nos ama y se entrega, y es la fuerza que hace posible el amor entre las ovejas del rebaño: el amor es lo que sostiene la comunidad. Sin amor no hay persona, no hay familia, no hay comunidad, no hay futuro posible. Con amor todo es posible.

Gracias a Dios, en nuestra Iglesia hay muchos sacerdotes santos. Y, como éstos, tenemos legiones enteras y miríadas de ejemplos. Sacerdotes que, llenos de amor a Dios y a los demás, desgastan su vida en silencio y a escondidas, como la vela roja del Santísimo Sacramento que se consume de día y de noche en un continuo acto de amor y de adoración a Jesús Eucaristía.

Pero los sacerdotes también necesitan de nuestra oración y de nuestro apoyo, para que el Señor les dé a todos el don de la santidad y de la perseverancia en su vocación. Y oremos también por las vocaciones, para que el Dueño de la mies mande a su Iglesia muchos y santos sacerdotes según su Corazón: buenos pastores, como Jesús, «el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas».

Que María de la Caridad nos acompañe siempre.

Un comentario sobre “Mensaje radial de Monseñor Juan de Dios Hernández Ruiz, SJ, obispo de Pinar del Río, del 21 de abril de 2024, IV Domingo de Pascua, Domingo del Buen Pastor

  1. Neidys. GRACIAS!!! FELIZ Y SANTO TIEMPO PASCUAL GRACIAS Unidos en el Corazón de Nuestra Madre, y con Ella al pie de su Hijo sediento en la Cruz Ese, que no cabe en lo máximo, habita en lo mínimo. Autor desconocido AMDG Saludos René HORIZONTESDECRISTIANDAD.ORG TODOCATOLICO.ORG TWEETER @todocatolicoO

    “Prefiero una Iglesia herida, accidentada, manchada por salir a la calle, que una Iglesia enferma por la comodidad y el encierro de aferrarse a sus propias seguridades” (“Evangelii Gaudium,” 49).


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