Mensaje radial de Monseñor Juan de Dios Hernández Ruiz, SJ, Obispo de Pinar del Río, del 24 de marzo de 2024, Domingo de Ramos

Queridos hijos e hijas, les habla su obispo, Mons. Juan de Dios Hernández.

Hoy celebramos el Domingo de Ramos. Hemos llegado a Jerusalén, y todos los relatos que el evangelista Marcos recoge desde aquí hasta el final de su evangelio tuvieron lugar allí o en sus alrededores. Hasta ese momento, todo el ministerio de Jesús había tenido lugar en Galilea o en las regiones de alrededor, pero ahora Jesús está en el centro mismo del judaísmo, donde se encontraba el templo y las máximas autoridades religiosas de Israel.

Se trataba, por lo tanto, de una visita oficial del Mesías a la capital de su reino. Y a lo largo de los acontecimientos que Marcos ha seleccionado de esta etapa, iremos viendo cómo Jesús examina los diferentes aspectos de la religión judía, para constatar finalmente que no habían dado los frutos que Dios esperaba, y por esta razón, aunque con lágrimas y profundo dolor, tuvo que emitir su juicio contra ella.

Por supuesto, esta presentación pública no agradó a las autoridades judías, que vieron peligrar su posición de liderazgo y los grandes beneficios económicos y políticos que por esta causa disfrutaban, lo que dio lugar a que su oposición y enemistad contra Jesús llegara a su clímax, y conforme al programa divino, decidieran que el Cristo de Dios fuera crucificado.

En las palabras de Jesús hemos aprendido que la Cruz no era ni un obstáculo, ni un intervalo útil, sino que era el fundamento sobre el que se iba a establecer su Reino.

No deja de resultar sorprendente que en tan sólo una semana las multitudes cambiaran tan drásticamente de opinión en cuanto a Jesús. Hoy lo aclaman como Hijo de David y Rey de los Judíos, pero el viernes todo ha cambiado.

La razón más probable es que lo veían como un Mesías en sentido político, alguien que se levantaría contra el poder militar y político de los romanos. Muchos se sentirían contagiados por el entusiasmo popular, o actuaban simplemente por imitación. Quizá estaban allí porque era la fiesta de la Pascua y Jesús pasaba a su lado. Y otros, como los líderes religiosos, simplemente le observaban mientras preparaban su asesinato.
Pero entre todos ellos, ¿habría alguien que entendía que Jesús era el Rey manso y humilde del que había profetizado Zacarías? ¿Comprenderían que él iba a ocupar una cruz y no un trono? Desgraciadamente también en nuestros días son muchos los que participan en actos religiosos cristianos sin saber quién es Jesús y lo que él demanda de ellos.

Comienza la Semana Santa, Semana Mayor para los cristianos. Acompañemos a Jesús en los últimos días en Jerusalén, recordemos el mandamiento nuevo del amor a todos con la misma medida en que nos amamos a nosotros mismos, demos gracias por el regalo de la Eucaristía, caminemos juntos hasta el Calvario unidos con nuestras cruces diarias, acompañemos a la Virgen en la soledad del sábado, llenos de esperanza en la Resurrección.

Que no sean días que pasan por el calendario como cualquier otro. Vivamos esta Semana Santa como tiempo de oración personal, de servicio al prójimo, de reconocernos pecadores y necesitados de la misericordia divina.

Que María de la Caridad nos acompañe siempre.

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