Homilía de Mons. Dionisio G. García Ibáñez, Arzobispo de Santiago de Cuba, en la Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad, el 21 de abril de 2024, IV Domingo de Pascua, Domingo del Buen Pastor

“Yo soy el Buen Pastor: el Buen Pastor da la vida por las ovejas” Juan 10, 11

Sentémonos hermanos donde quiera que estemos en nuestros hogares y vamos a disponernos a escuchar la Palabra del Señor. Un breve comentario hermanos.

En los domingos anteriores hemos ido recordando los diferentes momentos en que Jesús se presentó ante sus discípulos, de tal manera, que ellos tuvieran la seguridad de que Jesús había resucitado. Ya ellos empezaron a quitarse aquel miedo, aquella inseguridad, todavía vivían con dudas, pero ya empezaron. Por eso vino el pasaje de Tomás y otros pasajes, que nos van relatando ese acontecimiento de la Resurrección del Señor. Y como los discípulos poco a poco del temor, el miedo, el esconderse, pasaron a la duda, y después a la seguridad, y después la alegría.

Hoy empezamos en este cuarto domingo, a ir recorriendo algunas de esas enseñanzas que Jesús, que el Señor nos dio, y algunas de ellas también que dejó después de resucitado. Hoy tenemos este capítulo 10 de San Juan que yo les recomiendo que lo lean. ¿Qué nos dice este evangelio? Jesús empieza a hablar, Él mismo se da los títulos con los que Él quiere que nosotros les reconozcamos a Él.

En este capítulo, el Señor habla de dos títulos, Él mismo dice, yo soy el Buen Pastor, si queremos decir quién es Jesús, es el Buen Pastor, ¿por qué? Porque Él lo dijo, y no solamente lo dijo, sino que expresó como Él había vivido y lo explica, yo soy el Pastor que soy capaz de dar la vida por mis ovejas. Yo no soy un asalariado, alguien que le paguen, alguien que lo hace de casualidad, no. Alguien que va a robar, no. Yo soy aquel que voluntariamente, atiende las ovejas y da la vida por ellas.

Si leemos este capítulo entero vamos a decir que el propio Jesús dice, yo soy la Puerta. ¿Qué puerta? La puerta por la que Él conduce al rebaño, para que el rebaño esté en un lugar tranquilo, allí en el corral. Qué lindo es cuando uno ve que las cabras, los chivos, las ovejas, se van. Todavía vemos rebaños así pequeños, pero los vemos que están caminando ya a la hora de la tarde, que es la tarde y si a lo mejor hay algún campesino cuidador que las lleve a la puerta, ¿qué significa que les dé la puerta? Para entrar al corral, hay que entrar por una puerta, no se puede saltar, precisamente el corral está hecho para que nadie salte, sino no cumple su función. Él es la Puerta, si queremos entrar a buen recaudo cuando el Señor nos llama, hay que pasar por Jesús.

La otra cosa clarísima. Él ha resucitado, hay un solo Salvador, el que quiera salvarse, encontrar el sentido de la vida, el que le da respuestas a todas esas interrogantes íntimas que tienen los humanos; no estoy hablando de cómo funciona una molécula, de cómo hace esto, de cómo una grúa puede cargar un peso, porque la fuerza, la física, la estática, no, no. La respuesta a las preguntas que tiene el hombre él único que las puede satisfacer es el Señor Jesús.

Hemos venido al mundo porque nuestro Padre nos ha creado, nos ha creado en el amor, quiere que todos nosotros nos salvemos y que como Él es el Dios de la vida, el que nos ha dado la vida, algún día también todos vivamos a plenitud; pero para eso qué, hay que pasar por Jesús, hay que conocer a Jesús, hay que tratar de conocer a Jesús. Y a lo mejor hay personas que nunca han oído hablar de Jesús, que ya son pocas en este universo, en este mundo, pero por lo menos buscar, buscar la verdad, buscar el sentido de las cosas, hay que buscarlo y hacer siempre bien.

Pero hay que pasar por eso. ¿Quién nos lleva a Jesús? Él mismo. Con su palabra, con su vida, con la Iglesia, que ojalá que siempre seamos testigos de Él como Buen Pastor. Y aquí estoy hablando en primera persona, que yo sea siempre digno de ser Buen Pastor, y los demás, y todos los laicos no solamente los curas, porque por el bautismo todos nos sentimos comprometidos, porque somos un pueblo de sacerdocio, un pueblo real y de servidores. ¿Qué significa eso? Conducir a la gente a Jesús. ¿A dónde el Señor nos lleva? También el texto lo dice. Y después San Juan lo pone un poquito más claro, este texto que más que leído dice, Aquel que ustedes desecharon es la piedra angular.

¿Qué cosa es la piedra angular? Lo sabemos todos, aquella piedra sentada en un arco que hace que se sostenga todo el andamiaje de una columna, de una pared, de un techo, de un lugar que hay que sostener. Esa es la piedra angular, la que sostiene un techo, la que sostiene una pared, Jesús es el que sostiene la vida de los hombres, le da sentido. Él es la piedra angular. Por eso en el Salmo nosotros hemos rezado, Él es la piedra angular. Esa piedra que desecharon los arquitectos. También hubiéramos podido rezar el salmo, el Señor es mi pastor nada me falta, pero aquí fíjese bien, como se destaca en que en la salvación Él nos guía a través de Él mismo, en la medida en que nos encontremos con Él a la vida eterna, a la salvación, a culminar el sentido de las cosas. Porque un mundo sin Dios y sin Jesús, es un mundo truncado, como toda vida, que cuando muere hay ese truncó esa vida. En Jesús no, Jesús, nos llama.

Y en la carta esta de San Juan, él dice también algo muy interesante, a dónde será, a dónde el Señor nos lleva.  Y Juan en la fe, acuérdense de la palabrita aquella que el domingo pasado también creo que la dije, el justo vive por la fe. El justo vive por la fe. En la fe nosotros sabemos, dice San Juan seguro que le preguntaban mucho, no sabemos, pero en la fe sabemos que seremos semejantes a Él, qué lindo es eso y lo voy a leer, dice: Amados desde ya somos hijos de Dios, aunque no se ha manifestado lo que seremos al fin, esa pregunta. Pero ya lo sabemos, no se ha manifestado, pero ya lo sabemos, cuando Él se manifieste en su gloria, seremos semejantes a Él porque lo veremos tal como es. No seremos dioses, imposible, pero seremos semejantes a Él.

Hermanos, eso lo que el Señor nos pide hoy que busquemos a Jesús, que nos dejemos llevar por su palabra. Él es la única puerta que conduce a la salvación. Si nosotros siguiéramos la Palabra de Dios hoy, Dios mío, cuántas cosas, cuántas cosas no se arreglarían. Esta guerra de Rusia con Ucrania, ¿qué sentido tiene? Entre dos pueblos cristianos, ¿qué sentido tiene? ¿Qué se metió ahí, qué se metió? Esta guerra árabe-israelita, que hay cristianos también, muchos cristianos ahí, como en Ucrania Rusia, y de otros credos. Judíos y musulmanes, creen en Dios, en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, también como nosotros, ¿qué se metió?

No nos dejemos llevar por el mal. Cuando nos apartamos de la palabra del Señor Jesús, todo eso se puede meter, en este plano internacional. Pero desgraciadamente también y primariamente en el plano familiar, en el plano de un pueblo, dentro del mismo pueblo uno contra otro, en el mismo plano personal, que no nos dejamos arrastrar por Jesús hacia la puerta.

Él es la Puerta. Entonces hermanos pidámosle al Señor que nos ayude a buscar a Jesús, a buscar a Jesús que nos de fortaleza con su Espíritu, que tengamos el valor de Pedro de decirle a todos aquellos, ése que ustedes condenaron, esa es la piedra angular. Hagamos, vivamos como Cristo que nuestra piedra angular. Ése que ustedes destruyeron, murió por nosotros. Nosotros no fuimos los que clavamos a Jesús en la cruz, físicamente, pero nuestros pecados si llevaron a Jesús a ofrecerse por nuestra salvación. Aquí también Pedro dice claro, ése al que ustedes hicieron tal cosa, ése que por mi pecado murió en la cruz… Dejémonos llevar por eso.

Que Dios nos ayude hermanos a vivir así.

Un comentario sobre “Homilía de Mons. Dionisio G. García Ibáñez, Arzobispo de Santiago de Cuba, en la Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad, el 21 de abril de 2024, IV Domingo de Pascua, Domingo del Buen Pastor

  1. Neidys GRACIAS!!!! FELIZ Y SANTO TIEMPO PASCUAL GRACIAS Unidos en el Corazón de Nuestra Madre, y con Ella al pie de su Hijo sediento en la Cruz Ese, que no cabe en lo máximo, habita en lo mínimo. Autor desconocido AMDG Saludos René HORIZONTESDECRISTIANDAD.ORG TODOCATOLICO.ORG TWEETER @todocatolicoO

    “Prefiero una Iglesia herida, accidentada, manchada por salir a la calle, que una Iglesia enferma por la comodidad y el encierro de aferrarse a sus propias seguridades” (“Evangelii Gaudium,” 49).


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