Mensaje radial de Monseñor Juan de Dios Hernández Ruiz, SJ, Obispo de Pinar del Río, del II domingo de Pascua, 7 de abril de 2024

Queridos hijos e hijas, les habla su obispo, Mons. Juan de Dios Hernández. ¡Feliz Pascua para todos!

Tras la muerte del Maestro, Jesús había dejado de ser el centro de la comunidad. Eran como ovejas en un refugio cerrado, sin pastor. El centro que antes ocupaba Jesús ahora lo ocupaba el miedo. Jesús aparece en medio de ellos y vuelve a ocupar el centro; es el crucificado que lleva las violentas marcas de la Cruz. Lo que parecía una escena de película de terror en la que irrumpe un fantasma ensangrentado, se vuelve una manifestación de vida y de alegría cuando los labios del Maestro pronuncian las palabras que destruirían el temor del momento: “la paz esté con ustedes”. Los discípulos se dan cuenta de que el Crucificado es el Resucitado; y todo se convierte en alegría.

Al aparecerse Jesús en el cenáculo, Tomás también estaba. Escuchamos en el Evangelio que Jesús se acercó y lo invitó a tocar sus llagas. “Y entonces, aquel hombre sincero, aquel hombre acostumbrado a comprobar personalmente las cosas, se arrodilló delante de Jesús y dijo: “Señor mío y Dios mío”.

Las llagas de Jesús son un escándalo para la fe, pero son también la comprobación de la fe. Por eso, en el cuerpo de Cristo resucitado las llagas no desaparecen, permanecen, porque aquellas llagas son el signo permanente del amor de Dios por nosotros, y son indispensables para creer en Dios. No para creer que Dios existe, sino para creer que Dios es amor, misericordia, fidelidad. San Pedro, citando a Isaías, escribe a los cristianos: “Sus heridas nos han curado”.” (Homilía de S.S. Francisco, 27 de abril de 2014).

Jesús nos invita a mirar sus llagas, nos invita a tocarlas, como a Tomás, para sanar nuestra incredulidad. Nos invita, sobre todo, a entrar en el misterio de sus llagas, que es el misterio de su amor misericordioso. (Homilía de S.S. Francisco, 12 de abril de 2015).

Tocar las llagas significa también entrar en la realidad del que sufre, sentir el dolor de mi hermano. Y después de esta experiencia, ya no podemos actuar igual. Por eso Santo Tomás cayó en tierra y sólo pudo proclamar su fe. Había descubierto a Dios realmente.

Esta fe, aunque grandiosa en su profesión, está muy lejos de ser perfecta, al haber sido precedida de tantas evidencias. Pero el Señor acepta, igualmente, su acto de fe y aprovecha para felicitar y bendecir a todos aquellos que creerían en Él sin haberlo visto.

Nosotros, como Tomás, somos duros, pragmáticos, rebeldes. Tomás es un perfecto representante del hombre de nuestro tiempo. De todos los tiempos. De cada uno de nosotros. ¡Cuántas pruebas exigimos para creer! Exigimos tener todas las evidencias en la mano para dar un paso hacia adelante.

Pero volvamos a la comunidad encerrada porque se sentían en riesgo de muerte. Habían aniquilado a su Señor. Habían perdido su Centro.

Cuando el eje de la vida de la comunidad está ocupado por el temor, los afanes de seguridad, o la autoprotección o autosuficiencia, no hay espacio para Jesús entre nosotros. Pero la fuerza transformadora de la resurrección es capaz de romper los corazones de nuestra fragilidad y nuestras defensas y hacer brotar el verdadero don que puede hacernos resurgir: la paz. Cuando el Resucitado ocupa el centro de una comunidad, brota la cercanía a los heridos y crucificados por el mundo y la comunidad se permite tocar sus llagas, y en ese encuentro de misericordia acontece vida y paz.

Haznos, Señor, una comunidad desde donde se emane la paz, que sepa dialogar, acompañar, escuchar, comprender, acoger, perdonar, integrar, en suma, que sepa amar. No permitas que nos encerremos en nosotros mismos y que desde el centro de nuestra vida podamos salir hacia las periferias del mundo con el corazón rebosante de tu fuerza y de tu Espíritu.

Que María de la Caridad nos acompañe siempre.

Un comentario sobre “Mensaje radial de Monseñor Juan de Dios Hernández Ruiz, SJ, Obispo de Pinar del Río, del II domingo de Pascua, 7 de abril de 2024

  1. Neidys GRACIAS!!!!!!!!!!!!!!!!!!! FELIZ Y SANTO TIEMPO PASCUAL GRACIAS Unidos en el Corazón de Nuestra Madre, y con Ella al pie de su Hijo sediento en la Cruz Ese, que no cabe en lo máximo, habita en lo mínimo. Autor desconocido AMDG Saludos René HORIZONTESDECRISTIANDAD.ORG TODOCATOLICO.ORG TWEETER @todocatolicoO

    “Prefiero una Iglesia herida, accidentada, manchada por salir a la calle, que una Iglesia enferma por la comodidad y el encierro de aferrarse a sus propias seguridades” (“Evangelii Gaudium,” 49).


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